Al menos que no se cachondeen de nosotros. Cualquiera que sepa ver un poquito más allá de la pelota, ve que el deporte profesional está “envenenadísimo”, por seguir el argumento del señor López, de la cabeza a los pies.
Voy a poner sólo ejemplos de cosas que he vivido en primera persona en la última semana y media. El miércoles 28 estaba yéndome a cubrir el viaje de mi equipo deportivo a Palestina, algo que se ha organizado gracias al Consejo Superior de Deportes (máxima autoridad política en el deporte). Para presentar este viaje, hicimos una rueda de prensa donde el principal protagonista no era ninguno de los jugadores ni técnicos, sino un cargo político como Jaime Lissavetzky, Secretario de Estado para el Deporte, y donde también intervino un cargo político de nuestros anfitriones, Raouf Almalki: Consejero de la Delegación General de Palestina en España. Delegación que, por cierto, se llama así, “delegación” y no “embajada” al no estar reconocida Palestina como estado. Motivos políticos.
