jueves, 27 de agosto de 2009

Díaz Miguel, el favorito del Ramiro

Rescato otro artículo de esos escritos a partir de textos del insigne Alonso de Palencia. Este se publicó en La Nevera nº26, de junio de 2008.

Antonio Díaz-Miguel ha pasado a la historia del baloncesto y del deporte como el seleccionador más longevo en su cargo: 27 años ininterrumpidos guiando al "equipo nacional", como le gustaba llamarlo.


Entre1965 y 1992 consiguió hitos como la plata de los Juegos de Los Ángeles 84, o las de los Europeos de 1973 y 1983, que le hicieron ser el primer español en entrar en el Salón de la Fama del baloncesto, en 1997.


Pero antes que fraile había sido cocinero, y en este caso antes de ser entrenador había sido jugador. Y sus raíces, como la de tantos grandes del baloncesto, están en el Ramiro y el Estudiantes… y además, protagonizó la primera gran "fuga" al vecino Real Madrid.


Una historia de lo más curiosa.

Los padres de Antonio regentaban la Fonda Miami, situada a escasa distancia de la estación ferroviaria de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), localidad en la que nació el 6 de julio de 1993, que más tarde se convirtió en una tienda de alimentación. Se ignora la fórmula que hallaron sus padres para que se le concediera una beca en la Residencia del Generalísimo, en Madrid.


El chico estaba obligado a aprobar, curso tras curso, todas las asignaturas, ya que de no aprobar alguna de ellas perdería la beca. No obstante, sus compañeros le recuerdan como muy estudioso. Durante su período de bachiller, una de sus funciones (al igual que la de otros colegiales) solía ser la de tocar el cornetín de órdenes, a cuyo sonido formaban los alumnos del Instituto en el patio para desfilar hacia sus respectivas aulas.


Al principio, jugaba al fútbol y llegó a ser capitán del equipo del colegio. Pero viendo jugar a sus compañeros se le despertó la curiosidad por el deporte de la canasta, para el que prometía viendo su destacada talla para la época, 1´85 metros. Él mismo contaba que fue Miguel Parrilla quien le propuso cambiar al baloncesto, y Díaz-Miguel aceptó aunque durante una época compaginó ambos deportes hasta que dio el salto al primer equipo de Estudiantes y se convirtió en un jugador fundamental que alcanzó incluso la internacionalidad con España.


Durante todo este tiempo, el negocio del hostal paterno había comenzado a flojear y sus progenitores no tuvieron más remedio que llamar de vuelta a casa al chico, porque no había dinero para costear sus estudios superiores cuando éste finalizó el bachillerato.


Cuando se enteró de esto Antonio Magariños, reaccionó enseguida para que Díaz-Miguel se quedase en el Ramiro. Primero, logró que fuese nombrado vigilante de los alumnos de la Residencia de Estudiantes, con lo que le aseguró gratuitamente la comida y un lugar donde dormir.


Más tarde, para ayuda de su maltrecha economía, fue nombrado profesor de Educación Física del Ramiro, a pesar de la oposición de los profesores titulados. En las cuentas del club que llevaba José Luis Cela empezaron a figurar periódicas entregas de 1.000 pesetas a favor de Díaz-Miguel, así como el pago de matrícula y libros en una academia, de preparación para el título de Perito Industrial, como compensación a sus clases de Educación Física impartidas a los equipos de cantera.


Pese a que los dineros que se manejaban eran escasos, al bueno de Antonio se le señalaba como el primer (y único) profesional del equipo. Durante su periplo colegial sus compañeros le apodaban Parchís, ya que, según parece, en asuntos de mujeres, el bueno de Antonio se comía una y contaba veinte.


Díaz-Miguel salió de Estudiantes al finalizar la campaña 1957-58, la segunda de Liga Nacional, en el mismo momento en que comenzó a hablarse de su marcha al Real Madrid. Cogió el petate un buen día y, sin decir nada a nadie, abandonó la Residencia. El Madrid le mandaría a una pensión muy económica (750 pesetas mensuales) en la calle Jardines, zona poco recomendable en aquellos tiempos.


No era, ni mucho menos en esta primera década de vida del Estudiantes, el primer jugador que cambiaba el amateur equipo del colegio por el semi-profesional Real Madrid, otros habían marchado y algunos vuelto más tarde, como Leopoldo Codina, sin el menor problema y aunque sus marchas molestasen no solía haber problema alguno… hasta aquella "fuga" de Díaz Miguel.


El primer derbi del "Campo Nuevo" (o La Nevera todavía sin techar) fue también el debut de la "claque", aquel grupo de aficionados que trajeados y dirigidos por Jose María Abreu fueron la Demencia de aquellos años 50 y 60. Y el primero de la larguísima historia de enfrentamientos entre colegiales y merengues en que la hinchada mostró su patente desacuerdo con todos aquellos jugadores que preferían el dinero madridista al cariño estudiantil.


En aquel Real también jugaba otro fugado ese año, Capel… pero no era lo mismo, no mucho menos. La claque centró su ira con Díaz-Miguel, ante lo que se interpretó como una "traición" absoluta por parte de alguien que había estudiado, vivido e impartido clases en el Ramiro, y por el que se habían hecho esfuerzos poco habituales.

En el diario Marca, Carlos Piernavieja cuenta cómo acabó aquello… "los nervios de Díaz- Miguel se desbordaron inopinadamente y, en una verdadera batalla campal, debajo del tablero blanco, agredió a Borgyla (pívot colegial), al que dejó tumbado en el suelo. El terreno fue invadido, hubo conatos de pugilismo, los árbitros no sabían qué hacer y los cronometradores tampoco. En fin, un espectáculo nada edificante".


Díaz-Miguel solo duraría dos años en el Real Madrid, desde el que saldría al Águilas de Bilbao, ciudad donde continuaría sus estudios de ingeniero… y comenzaría su larguísima carrera como técnico una vez dejados a un lado camisetas sin mangas y pantalones cortos.


Duró dos años en el equipo vizcaíno, para en 1965 comenzar su larguísima carrera como seleccionador español que duraría hasta el "angolazo" de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y que tiene como hito más brillante la medalla de plata en Los Ángeles 84, aquella de "mira como gana la selección, España está aplastando a Yugoslavia por 20 puntos arriba".

Tras dejar el banquillo del "equipo nacional", Díaz-Miguel volvió al baloncesto de clubes: una temporada en el banquillo del Cantú, con resultados desastrosos que acabaron con el descenso a A-2 de la legendaria "squadra" italiana, pese a que contaba con un jugador tan querido aquí en Serrano 127 como un Rickie Winslow en franco declive.


Tras su decepcionante experiencia italiana se le presentó un nuevo reto en 1996: el poderoso Pool Getafe de Liga Femenina, un club para el que todo lo que no fuera dominar en España y competir al máximo nivel en Europa sería un fracaso. En la competición doméstica arrolló, y así Díaz-Miguel conseguiría sus primeros títulos como entrenador: Copa y Liga. Aunque en Europa llegó la decepción y el Pool acabaría desapareciendo por problemas económicos.


Y pese a que había rumores en aquel 1997 situaban al ex seleccionador en la órbita del Real Madrid, lo cierto es que Díaz-Miguel dejó los banquillos, aunque no de ser un personaje muy carismático, mediático y querido por el mundo del baloncesto. Aquel mismo año se convertiría en el primer español en entrar en el "Salón de la Fama" del baloncesto, y durante una década también ha sido el único.


En 2000 le fue concedida la Gran Cruz al Mérito Deportivo, la mayor condecoración que dentro del mundo del deporte se concede en España, poco antes de fallecer el 20 de febrero de 2000, víctima del cáncer, a la temprana edad de 66 años. En el siguiente partido que Estudiantes disputó en el Palacio de los Deportes contra el Caja San Fernando, y más de 40 años después de su polémica salida del club del Ramiro, la afición y el club colegial homenajearon a Antonio Díaz- Miguel, entregando un ramo de flores y por supuesto todo el cariño del mundo a su viuda.

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